
En estos momentos en que estamos más interesados en leer todas aquellas obras cuyos autores se consideran hagiógrafos sagrados elegidos por Dios para darnos a conocer las auténticas verdades de la Hermandad que posteriormente pasó a ser conocida como la Orden del Templo, sin proporcionar en ningún momento fuentes documentales que lo demuestren, mediante cuyos escritos aseguran que Jesús no murió en la Cruz; que se casó con María Magdalena, que tuvieron hijos y que ambos vivieron felices y comieron perdices en un lugar del mundo de cuyo nombre no quieren acordarse, no parece que sea de mucho interés saber cómo mejoraban los Caballeros del Templo sus cultivos, de qué forma amasaban y cocían el pan, el secreto con que elaboraban el vino, así como las investigaciones técnicas que diariamente realizaban para optimizar sus cosechas, gozar de productos de primera calidad, y aumentar su hacienda.